Feb 26, 2007

Filtración arreglada



Hay cosas que se demoran. El Transantiago se demora.
Mis posts se demoran.
Las empanadas de la U se demoran.
Bajar un disco de eMule se demora.
Hacer mermelada de mora se demora.
Las entregas de pruebas se demoran.
Las colas de los bancos se demoran.
Los exámenes de ADN se demoran.
Las reformas constitucionales se demoran.

Pero una de las cosas que más se demora es el reconocimiento a la gente. Se demora tanto que casi nunca es en vida. Bien lo sabe Martin Scorsese, para los que no reconocieron aquellas míticas cejas. Desde 1980 hasta la fecha, había sido 7 veces nominado por la “academia” ya sea como director, o bien, en adaptación de guión. 7 veces en una carrera llena de joyas sucedidas una tras otra: desde Taxi Driver a Toro Salvaje, desde La Última Tentación de Cristo, pasando por Buenos Muchachos y llegando Casino, y sus más recientes, Pandillas de Nueva Cork, Aviador, y la última de las últimas, Los Infiltrados.

Es esta última película la que rompería la maldición que evitó que el director pasara 27 años nominado, tal vez por obligación, porque por todos es sabido que si bien la dirección de Scorsese siempre es de primerísimo nivel técnico y artístico, las temáticas de sus filmes nunca acompañan a una industria acostumbrada a alzar por los aires al drama predecible pero exitoso en la taquilla o bien, que toque el tema de moda en Los Ángeles.

Ese especial capricho de evitar que Scorsese saliera con su estatuilla dorada era un hecho, creo yo, simplemente para provocar. Porque mientras acumulaba distinciones en festivales y premiaciones alterativas, como Globos de Oro, Osos de Plata, Zebras de Uranio y Serpientes de Carbón, el calvo tío Oscar simplemente decía NO.

Pero este año cambió la mano. De la noche a la mañana. Todos esperábamos el momento del mejor director, presentado esta vez por la tripleta Spielberg-Ford Coppola-Lucas, para ver como nuevamente se le iba a escapar de las manos.

Pero la suerte cambió y creo que, en gran parte, se debe a la naturaleza de la película, distinta quizás al espíritu del resto de las obras de Scorsese por pequeños detalles cosméticos que cuentan.

De partida, The Departed es una adaptación de una película asiática del 2002 llamada “Infernal Affairs”. Si bien no es la misma película, dado que se adaptó para la realidad occidental, la trama y los giros que hacen a Los Infiltrados la gran película que es, vienen de las tierras de Hong Kong.

Esto es importante porque creo que, si bien la historia de todas formas es violenta y llena de personajes oscuros, puede decirse que es al nivel aceptado por Hollywood, aun cuando, como siempre, el tratamiento de Scorsese con la violencia es notable.
Digo esto porque las historias originales o adaptaciones de libros, generalmente son las que Hollywood se hace el desentendido y cumple con su rol de nominar.

Pero no basta con ser una adaptación de una película. No. Lo que en el fondo le importa a este jurado es la recaudación, el éxito comercial. Y si bien no puede decirse que Martin no recupere su plata, sí dista de recaudar lo que un Spielberg o un Peter Jackson pueden hacer con sus obras.

Por lo mismo, es de suma importancia mencionar que Los Infiltrados es la película de Scorsese que mayor dinero ha recaudado en su filmografía, llegando casi a los 130 millones de dólares (bastante para un film solo para adultos).

Cuánto habrá ayudado la suma de estrellas allí reunidas, no lo se. De todas formas, Scorsese siempre cuentas con actores de primera talla, generalmente con más Oscars que él. Pero puede ser una posibilidad.

Lo de la temática también es importante. Los Infiltrados es una película que fácilmente puede ser vista como un simple dilema policial que te deja "en suspenso” hasta el final y obviar las temáticas que hay detrás de cada escena, cosa que con Taxi Driver, por ejemplo, es impensado, cosa que molesta al visitante casual del cine.

A propósito, la segundo película más recaudadora de Scorsese es Cabo de Miedo, por si no lo recuerdan, otro remake.

Entonces, ¿cuál es el verdadero valor de este premio? A primera vista se puede ver que es la felicitación de la industria a un director que finalmente pudo graduarse como un best seller, admitiéndolo en el mundo de las estatuillas doradas, pero también es el valor que el mismo público fanático le ha dado a este hecho.

En su discurso Scorsese señala primero, en tono de broma, que se aseguraran de revisar 2 veces el sobre. Quien más que el debiese estar consciente de su sequía de Oscares, pero lo que hizo fue un evidente guiño a todos los que pensamos lo mismo.

Peor también dedico una parte a decir cuento le sorprendía el hecho de que extraños cuando lo veían pasar o se encontraban con el, siempre le hacían ver la importancia que para ellos tenía que el ganara un Oscar. Este premio, más que nunca no sirve al premiado, sino más bien a todos quienes en su momento nos sentimos “defraudados” y expectantes por saber cuando diantres se reconocería en vida a Martin Scorsese.

Pues bien, he aquí el momento y me siento totalmente idiota. Ese sentimiento de “venganza” con la industria, de decir “bueno, será el director que simplemente fue demasiado para los estándares comerciales” fue cortado de frentón ayer con ese galardón en manos de las cejas más rápidas del oeste.

Pero no fue por la rendición de la industria comercial ante una obra no convencional, sino que simplemente vino en el momento en que se dio lo que realmente se necesita para triunfar en la noche de la alfombra roja: generar dividendos.

Por eso, lo que anoche pasó en el Teatro Kodak, además de ser un reconocimiento de todas formas merecido por una película brillantemente ejecutada, terminó siendo, al fin y al cabo, una nueva demostración de que la réplica en miniatura del tío Oscar no es algo que se gane, sino que a la larga se compra.

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